13/7/09

Chelo y el gato-pardo.

Volando voy, volando vengo y por Pando yo me entretengo; es lo que solía cantar Chelo, el de la vespa plateada, aquella que iba a disán y alcohol blanco puro; esa que siempre te dejaba tirado y con el dedo gordo del pie destrozado de las patadas que le metías en el carenado. Chelo vivía en el Placer, asentamiento fundado a las orillas de un arroyo que recibe el mismo nombre que su departamento, Maldonado. Su casa era una imitación burda de un personaje llamado Chaplin, con su ventana dentro del arroyo y la inexistencia de objetos de valor, solo zapatos que de haber cohabitado con ollas, seguramente habría formado un caldo grotesco, emulando las cenas de dicho cómico. Con él en rancho, vivía un gato, conocido en el barrio como el “gato-pardo”, este mote se le ocurrió a Ramón, un borrachín que manejaba un cachilo que era la viva replica de Minguito, el aseguraba que en varias ocasiones lo había observado disfrazado de leopardo y como nunca llego a descubrir la esencia de este animalejo lo bautizo así. La relación que unía a los protagonistas de este relato no era la de costumbre, ellos mantenían una afinidad casi parental, y mas también; algunos aseguraban haberlos divisado en alguna que otra noche, bajo la tenue luz de la luna y a orillas de las calmas aguas de arroyo, enzarzados en las artes del amor; cosa que me cuesta creer, pero bueno, con esfuerzo e imaginación todo puede suceder. Pero todos los cuentos tienen final marcado por las tragedias y esta no es la excepción, un buen día de febrero, en horas donde las chicharras llenan el vacio de los sonidos y el calor acopia con insultante grandeza, ”gato-pardo” nos dejo, se fue como se va el calor cuando entra el mes de marzo, de golpe, dejando de tras de sí un vacio irreparable en la vida de Chelo; los veterinarios del barrio(simples vecinos que por curar una yegua, tenían el titulo cum laude en cuidados de animales)aseguraban que el motivo de la partida había sido por causa de envenenamiento…….asesinado……..,pero por quien?. Un buen día Chelo encontró dentro de la lata de galletas que hacía las veces de buzón una esquela que contenía un mensaje escueto y decía algo así: “ Si querés saber quien mato al gato, anda al arroyo por la noche y mejor que vayas solo”. Los nervios y la espera fueron terribles, pero estaba decidido a desenmascarar al presunto asesino; y así fue, cuando la noche se hizo presente se dirigió raudamente hacia el lugar indicado, pero la esquela decía” el arroyo” y bien se sabe que un arroyo suele tener dos orillas y dimensiones bastas, con lo que sintió que nunca llegaría a recorrerlo todo. Para su sorpresa, esta persona lo esperaba a la salida de los juncos que comunican su patio con la orilla más cercana; mayor fue su sorpresa al encontrarlo en postura felina y maullando como lo hacía su antaño compañero de noches, ahí estaba ronroneando y gimiendo como un felino en celo. Solo veía su silueta desdibujada por la falta de iluminación, pero estaba seguro que no era un gato, era una figura humana, y todo se comprobó cuando este personaje incorporándose le hablo de manera cercana y con voz temblorosa. Desde esa noche, Chelo y Ramón juegan entre las sombras a ser aquellos amantes que la luna matizaba con el entorno.


La manada y el matadero. (Diario Onírico 2006).

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